No eran muchos los manifestantes, apenas cuatrocientos, pero su grito de humanidad herida dejó lágrimas de sentimiento solidario al despedirse entre abrazos de los internos hospedados en los centros de acogida.
No escupan sobre esos ojos que pueden cruzar la mar en una patera, abiertos como mares donde mecer el sueño de la vida que le niega su tierra. No escupan sobre la mirada que clama pan y destino porque la paz de sus pupilas podría encenderse un día de frustración y rabia en el fondo vacío de los guetos. Lo baje del diario de Carolonline :via :Diario del Aire
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